Iluminación en
fotografía.
La
iluminación en fotografía consiste en dirigir y rebotar luz hacia un objeto con
la intención de que ésta pueda ser registrada por una película, un sensor
electrónico CCD o CMOS. La luz resulta fundamental en la fotografía ya que sin
ésta no es posible plasmar una fotografía. Aparte de ser un factor físico
imprescindible en el proceso fotográfico, la luz posee una función plástica de
expresión y modelado que confiere un significado y un carácter tal, que muchas
veces ella sola determina la calidad de una fotografía, aunque esto depende del
gusto del fotógrafo y la técnica que él mismo emplee.
El color.
Viene
determinado por la longitud de onda de la luz y por el color intrínseco del
objeto. El color es una parte importante del registro fotográfico ya que
usualmente le da un sentido dramático a la fotografía y puede provocar
distintas expresiones o estados de ánimo dependiendo de lo que el fotógrafo
quiera manifestar por medio de ella.
Dirección.
La
dirección de la luz y la altura es el ángulo de direccionamiento de las luces
hacia el modelo y tiene una importancia decisiva en el aspecto general de la
fotografía. Variando la posición de la fuente, pueden resaltarse los detalles
principales y ocultarse los que no interesen. De la dirección de la luz también
depende la sensación de volumen, la textura y la intensidad de los colores.
Como ejemplo se puede citar que una luz dirigida de manera horizontal puede
sugerir tranquilidad o ambiente de atardecer.
Aunque
las posiciones de la luz respecto al motivo y la cámara pueden ser infinitas,
todas ellas pueden incluirse en mayor o menor medida en uno de los siguientes
tres tipos:
Luz frontal.
Produce
aplanamiento de los objetos, aumenta la cantidad de detalles pero anula la
textura. Los colores se reproducen con gran brillantez.
La
luz viene desde detrás de la cámara, por lo que incide frontalmente en el
sujeto. Ésta constituye la manera más básica e infalible de orientarse a la
hora de disparar. También es la mejor forma de captar un bonito cielo azul como
fondo.
Iluminación
lateral.
Destaca
el volumen y la profundidad de los objetos tridimensionales y resalta la
textura; aunque da menor información sobre los detalles que la luz frontal y
además, aumenta el contraste de la imagen.
Contraluz.
Convierte
los motivos en siluetas, lo cual puede resultar conveniente para simplificar un
tema conocido y lograr su abstracción, además de obtener la supresión de los
colores.
Difusión.
Determina
la nitidez del borde de las sombras y, por tanto, la dureza o suavidad de la
imagen. La luz dura produce, en general, efectos fuertes y espectaculares,
mientras que la suave resta importancia a las sombras y hace que sea el volumen
del motivo el que domine sobre las líneas.
Ambos
tipos de iluminación están determinados por el tamaño y proximidad de la fuente
luminosa. La luz dura procede de fuentes pequeñas y alejadas, como el sol y las
bombillas o flashes directos. La distancia y el tamaño determinan el grado de
dureza. La luz dura es idónea para destacar la textura, la forma y el color; y
proporciona el mayor grado de contraste.
La
iluminación semidifusa procede de fuentes más grandes y próximas al objeto y,
aunque produce sombras definidas, ya no tienen los bordes nítidos. Este tipo de
luz destaca el volumen y la textura, pero sin sombras negras y vacías y sin el
elevado contraste de la luz dura. El color resulta más apagado.
La
luz suave es muy difusa y no proyecta apenas sombras. La fuente luminosa ha de
ser muy extensa, como un cielo cubierto, o rebotar sobre una superficie muy
grande y próxima, como el techo, pantallas, lienzos, etc. Esta iluminación es
la menos espectacular de todas pero la más agradable y fácil de controlar. El
control del contraste, uno de los principales problemas con que se enfrenta el
profesional, queda perfectamente resuelto con este tipo de luz.
La
combinación de longitudes de onda en la luz natural varía con la hora del día
debido a la diferente refracción de los rayos en la atmósfera. A mediodía todos
los rayos refractan por igual y la luz aparece blanca. Las moléculas del aire
dispersan parte de la luz, sobre todo las radiaciones más cortas y por ello
vemos el cielo azul.
Al
atardecer, el sol debe atravesar un capa más gruesa de aire; El extremo rojo
del espectro es el que sufre una mayor refracción, y, por tanto, los
atardeceres son rojizos. La intensidad de la luz como factor determinante del
color es únicamente una ilusión óptica debida a la peculiar fisiología de
nuestra retina.
Receptores
luminosos en la retina.
Los
receptores luminosos de la retina son de dos tipos: conos y bastones.
Los
bastones son mucho más numerosos y más sensibles a la luz, aunque sólo son
capaces de ver en blanco y negro.
Por
el contrario, los conos son más escasos y menos sensibles, pero distinguen
perfectamente los colores. Este es el motivo por el que la imagen parece que va
perdiendo color conforme el nivel de iluminación va descendiendo, pues los
conos van dejando de actuar pero continúan los bastones.
En
días claros y soleados, si se fotografía al mediodía un objeto a la sombra, las
fotografías salen ligeramente azuladas, esto es debido a la elevada temperatura
de color del cielo azul, hasta 12000 K.